martes, 28 de diciembre de 2010

Sobre el amor y el cine argentino independiente

Recientemente tuve la oportunidad de ver dos películas argentinas independientes. Una de ellas “Como Un Avión Estrellado” del director Ezequiel Acuña, y la otra “Los Paranoicos”, opera prima de Gabriel Medina. Ambas películas retratan el amor que ocurre de manera peculiar e inesperada.

En “Como Un Avión Estrellado” conocemos a Nico, personaje principal que nos llevará a través de su historia y la de los demás personajes. Nico es tímido y asustadizo, fiel a sus amigos, solidario, por momentos explosivo y furioso. Vive con su hermano, quien después de la muerte de ambos padres, se empeña en continuar con una vida de amigos y lujos de fantasía que ya no existe más. Pasa sus días junto a su mejor amigo, Santiago, un “desastre” de chico, un rechazado de la sociedad y de su propia familia, sin rumbo más que aquel que eventualmente lo lleva al vacío y la inevitabilidad. Conoce a Luchy, quien será quien dé inicio a la trama, en cámara lenta y con música que hipnotiza. Ésta es una película llena de pasajes angustiosos y complejos que lo encierran a uno en este finito mundo adolescente que adolece. Pasajes asfixiantes definitivamente retratados de manera bella y real, en un ritmo lento y constante.

“Los Paranoicos” relata un amor un poco más adulto, si así se lo quiere. Su personaje principal, Luciano, es de una construcción y composición peculiar. Su vida diaria recurre entre ventanas cerradas, sahumerios, un gorila de plástico, su trabajo como animador de fiestas infantiles, bailes filosos y un guión que hace dos años que reescribe. Luciano es particular, y conoce a alguien que, como él, parece enajenado del mundo, Sofía. El único problema de Sofía parece ser su novio, Manuel, amigo de la infancia de Luciano y ejemplar perfecto de todo lo que se considera exitoso y bueno. Este triángulo amoroso presentará un conflicto que, lejos de llenarnos de miedos, ansiedades y clichés, nos dejará sonriendo aliviados deseándoles buena suerte a estos personajes que uno siente ya sus amigos.

Dos películas que no pretenden ser arte por la pretensión misma de serlo, sino que entregan historias sólidas, creíbles, y bellas. Con bandas sonoras a cargo de “Él Mató a un Policía Motorizado”, “Onda Vaga”, y “Farmacia”; verdaderos exponentes de lo que el cine debe contar: historias que movilicen un sentimiento interno, ya sea éste el asombro, el asco, la locura, o como en este caso, el amor.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Discurso de la Ola de Hunter S. Thompson

Para aquellos que se quedaron con ganas de más, a continuación el texto completo de "La Ola":

"San Francisco a mediados de los ’60: un tiempo y un lugar muy especiales para ser parte de ellos. Tal vez eso significara algo. Tal vez no, a la larga... pero ninguna explicación, ninguna combinación de palabras o de música o de recuerdos puede rozar la sensación de saber que estabas allí, vivo, en ese rincón del tiempo y el mundo. Sea lo que fuera que significase...


“Es difícil hablar de La Historia, por todas las mentiras de mierda, pero incluso sin estar seguros de La Historia, parece enteramente razonable pensar que, cada tanto, la energía de toda una generación se condensa en un largo y magnífico instante, por razones que nadie realmente entiende en su momento – y que nunca explican, en retrospectiva, qué es lo que realmente pasó.

“Mi recuerdo principal de esa época parece brotar de una o cinco o tal vez cuarenta noches – o madrugadas – cuando salia de Fillmore medio loco y, en lugar de irme a casa, conducía la gran 650 Lightning a través del puente de la bahía a 160 kilómetros por hora, vistiendo pantalones cortos L. L. Bean y una campera de pastor Butte… yendo a fondo por el túnel de La Isla del Tesoro hacia las luces de Oakland y Berkeley y Richmond, sin estar muy seguro de dónde doblar cuando llegara a un retome (siempre quedándome en el peaje, demasiado dado de vueltas como para poner punto muerto mientras buscaba cambio…) pero estando absolutamente seguro de que no importaba qué camino tomara, porque siempre llegaría a un lugar donde la gente estaría tan volada y salvaje como yo lo estaba: no había duda de eso.

“Había locura en todas las direcciones, a cualquier hora. Si no era a través de la Bahía, entonces era Golden Gate arriba o bajando la 101 hasta Los Altos o La Honda... Podías hacer saltar chispas en cualquier parte. Había una fantástica sensación universal de que fuera lo que fuera lo que estábamos haciendo estaba bien, que estábamos ganando...

“Y eso, creo, era lo principal - esa sensación de victoria inevitable sobre las fuerzas del Mal y de lo Viejo. No en una forma mezquina o militar; no necesitábamos eso. Nuestra energía simplemente prevalecería. No tenía sentido pelear - de nuestro lado o del de ellos. Teníamos todo el impulso; estábamos montados en la cresta de una ola alta y hermosa...

“Y ahora, menos de cinco años después, puedes subir a la cima de una colina empinada en Las Vegas y mirar hacia el Oeste, y si sabes mirar casi podrás ver el punto hasta donde llegó el agua - ese lugar en el que la ola finalmente rompió y comenzó a retroceder”.

Hunter S. Thompson (fragmento de Fear and Loathing in Las Vegas: A Savage Journey to the Heart of the American Dream)