Me pasa muchas veces
descubrir música gracias a películas. Es que, desde que fue posible incorporar
el sonido al filme, la música se ha vuelto un elemento que no sólo acompaña,
sino también otorga nuevos significados a las imágenes de la cinta. Y no solo
quien escribe lo percibe de este modo. Directores como Quentin Tarantino y
David Lynch también así lo creen.
En el caso de
Tarantino, la música es tan primordial que incluso en ocasiones la concibe
antes que la película misma. David Lynch utiliza audífonos durante la filmación
de ciertas escenas para tener la sensación de cómo se
Recuerdo, por ejemplo,
“Pánico y Locura en Las Vegas” de Terry Gilliam y la escena en la que Raoul
Duke (Johnny Depp) ingresa a la pista de baile con música de Jefferson Airplane y su clásico “Somebody to
Love”. O la escena de “El Gran Lebowsky” cuando el personaje de John Turturro entra
en la cancha de bolos con Gypsy Kings de fondo y su “Hotel California”. En
ambos casos, ver las películas me significó descubrir la música y a los
artistas detrás de ella. Y ni hablar de las películas de Tarantino (a las
cuales no voy a hacer más referencia que esta y la anterior, ya que merecen
todo un texto aparte).
A veces pasa también
que la banda sonora supera a la película en sí. Es el caso de “Juno”, cuya
banda sonora se hizo conocida más allá del filme, en muchos casos llegando a
conocerse primero la música y luego la película, llevando a los músicos a dar
vueltas por tanto programa de televisión estadounidense podían. En fin, los
infames quince minutos de fama que Warhol predecía allá por los setenta.
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Gracias por leer. Hasta
la próxima, babies.
Lulina Blako- Cineclub Stocco